septiembre 27, 2009

Corsé



Ella se pone el corsé. Su cintura va difuminándose y del sexo le brotan más que fantasías rotas. La observo desde un sillón viejo y raído, bebo lentamente vodka mientras la respiro; su olor es una lija áspera, duele pasarla, raspa en la garganta y se infecta. Es dura. Casi todo el tiempo me someto, dejo que haga de mí cuanto quiera: clava los tacones en mi pecho, las uñas en mi espalda, los dientes en mis labios (los sensuales y húmedos), su coño en mi pene ¿A qué negarme?

Voy pensando que nada valgo fuera de su hueco caliginoso e investido de exquisitas secreciones.

Marváz.

1 comentario:

susana moo dijo...

Sin duda, algo vales fuera, pero dentro, muchísimo.
Besos

...

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