enero 13, 2010

Volando jazmines


Vendaval

¿Y si me acerco y le digo quién soy? Pensaría que soy loco, ¿no?, además no tengo de qué hablarle. Un momento... sí tengo:

“Soy un escritor en quién nadie cree, pero a mis cuarenta años sigo escribiendo, quiera o no quiera, de cinco a seis. Mira: enciendo un cigarrillo a las cuatro y cuarenta y cinco, sumido entre la oscuridad que espera al sol, con la lengua alborotando un humo que supongo azul, y te llamo. Te suplico que no pases de largo, yo y la misma banca y la misma esquina y la misma hora, entre todos vamos confabulándote; y eso que sé que la empresa se va volviendo un imposible. Tú impregnando el aire con el aroma de los muslos y el vendaval de tu falda soltando suspiros perfumados. El paso de las horas y el pasivo deseo te han investido de esa infusión que te brota por los poros. Y quiero decirte: Vamos por un café, soy un intento de escritor inofensivo, tengo cuarenta años y como último deseo te quiero a ti en mi misma mesa. No soy mucho pero te prometo cenizas rodeando nuestros cuerpos en cada amanecer”


Al final dejo que te vayas. La consecución de esa fantasía puede dejarme llorando de cinco a seis y ya no escribiría mis caminos de derrota.


Marváz



3 comentarios:

Rincón P. dijo...

Vaya que si tenías de qué hablarle…!
No deberías haber dejado que se fuera. Seguro que se moría por un café, se le nota en el vuelo de la falda.

Me encanta, como siempre. Como todo lo que va llenando este lugar de nadie.

Carlos H Vazquez dijo...

Y a quién le sorprenden los intentos? Acaso a quien ni el intento hace, todo es un intento, interminablemente. Y a pesar de tanta obra, ni siquiera la vida está segura de serlo.

Vengo de encender veladoras a los muertos, no pida una flama de parafina, maestro, ni una creencia vana, eso dejémoslo a los muertos

mareva mayo dijo...

Mejor no decir nada. Así el amor continua.

...

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