agosto 11, 2009

Afanes.


Finges que no estoy. Es un pacto de dos. Debo pasar por otro mueble dentro de la habitación.

Llegas de trabajar. Eres una mujer en el cobertizo de la soledad. Aseguras la puerta con dos pestillos, te quitas los zapatos: uno lo arrojas sobre la cama y el otro en mi regazo, sabes que así podré olfatear cada paso que diste, los caminos que te acariciaron. Continúas con la ardua labor de desmaquillarte, te quitas el sostén, ignoras mi presencia en tanto tu pecho se bambolea en un movimiento creciente. El vestido sigue su ascendente por tu cadera, sigues representando, el triángulo se asoma con toda su suntuosidad por entre los muslos.

Especulo sobre lo que va en la obra. Pasará que las ansias te van a convertir en néctar, que el sudor hará una gota que rodará entre tus senos y alcanzará el abdomen, que te tirarás sobre la cama del lado donde late el corazón, fingiendo dormir, siempre fingiendo. Justo ahí, seré el todo de tus sueños. El quebrantador de compases. Actuaré mi parte mientras duermes un ensortijar de efluvios. Salgo de madrugada dejándote un sabor dulce para el resto del mes.

Tengo un nuevo argumento, en otro cuerpo, en otra habitación.

Cuídense de no dejar las pupilas enganchadas en la ventana pues es mi terreno favorito para filtrarme en los anhelos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuídense de no dejar las pupilas enganchadas en la ventana pues es mi terreno favorito para filtrarme en los anhelos


Que lindo
Voy a dejar las ventanas abiertas

...

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